
LUCIEL
DATOS:
Nombre: Luciel
Edad: 18 años
Cumpleaños: 01/09
Género: Masculino
Nacionalidad: Japonés
Altura y peso: 1.70cm y 54kg
Raza: Mestizo > Mitad serpiente y mitad humano
Orientación sexual: Bisexual
FC: SHION ; No. 6

HISTORIA:

"Hace un tiempo yo amé a una mujer. Ella era la hija del sacerdote del templo que estaba junto al bosque donde yo vivía. Mantuvimos una relación por años en secreto de todo el mundo y al final ella quedó embarazada... Cuando ella me lo dijo con aquella sonrisa que tanto amaba una enorme felicidad me invadió por completo. El fruto de nuestro amor estaba ahí, en su viente, creciendo poco a poco...
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Recuerdo perfectamente cuando esa criatura vino al mundo. Era un día lluvioso y Riko y yo estábamos en la cueva de la montaña donde solíamos reunirnos, ella tumbada esforzándose al máximo para que el bebé saliera hacia adelante y yo ayudando como podía. No podíamos llamar a un médico, no podíamos llamar a su familia, a algún pueblerino, teníamos que apañárnoslas solos. Pero tanto ella como yo sabíamos la verdad y esta era que los partos donde la madre era humana y el hijo no tenían todas las de salir mal... y así fue. En el momento en el que mi hijo dio su primer suspiro Riko dio el último dejándonos allí a ambos solos en esa cueva.
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Nunca le eché la culpa a la criatura que lloraba entre mis brazos, los dos sabíamos que eso podía ocurrir y tomamos el riesgo, eso era todo. Sin embargo, al contrario que yo, Riko tenía una familia, un padre que la estaba esperando en casa. Yo sé que él sospechaba algo, de que su querida hija se estaba viendo con un ser que no era humano, y más de una vez intentó lo imposible para separarnos, pero finalmente había llegado la hora de dar la cara. De conocer al sumo sacerdote, de acompañar a casa a la mujer que tanto había querido y de presentar al nuevo miembro de la familia.
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Y eso es lo que hice. Tomé el cuerpo de Riko y se lo devolví a su padre que lo recibió con gran dolor, pero sobretodo profundo odio hacia mi. Él me lo quitó, me quitó al bebé entre mis manos y me echó de aquel lugar, dijo que al igual que yo le había quitado lo que más quería él haría lo mismo. Simplemente no pude hacer nada y volví al bosque."
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"¿Y volviste a ver a tu hijo?" Preguntó el pequeño niño que sentado al borde del bosque y del santuario se encontraba.
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La pequeña serpiente blanca se quedó en silencio, escondida entre las ramas del árbol donde estaba subida clavando sus rojizos ojos en el menor. Había crecido mucho.
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"Deberías volver ya al santuario, Luciel. Tu abuelo se va a enfadar si va a tu cuarto y no te ve allí."
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Tras advertir al pequeño las campanas del templo sonaron con fuerza para indicar el final de la meditación de ese día. Rápidamente el niño se levantó y sin ver a aquel con quien había estado hablando por dos años se despidió.
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"Ah, ya es la hora. ¡Adiós, Van! Espero que otro día puedas seguir contándome más historias."
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Sin decir nada más Luciel salió corriendo de vuelta sin escuchar la despedida de su padre, ni tampoco sus últimas palabras pues esa fue la última vez que la serpiente regresó.
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Todos los días para el albino eran iguales: levantarse, comer, limpiar, estudiar y dormir. Nunca veía a su familiar, sabía que no quería verle y el miedo que corría por sus venas de pensar que podía molestarlo con tan solo ir a buscarlo era muy fuerte. Cada vez que el sacerdote iba a visitar a su nieto nada bueno ocurría... Este le escupía, lo insultaba, lo golpeaba y le humillaba con la excusa de que todo era su culpa. Sucio reptil lo llamaba y aún así el anciano no dejaba que el menor se fuera. Lo tenía encerrado por puro placer para él y tormento para el chico.
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Luciel iba todos los días al borde del bosque a contarle a su "amigo imaginario", según él, lo que le había ocurrido cada día aunque este jamás se pronunció más. Y así se mantuvo hasta que el destino decidió llevarse la vida del sacerdote. Algunos de los monjes le ofrecieron a Luciel hacerse cargo del templo ya que por herencia este le pertenecía, no obstante muchos eran los que habían tomado el odio de su familiar y terminaron de echarlo de aquel lugar.
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Pocas veces el albino había podido bajar al pueblo, únicamente las noches de luna nueva donde todo su ser se volvía humano, pero a partir de ese momento se las tuvo que arreglar para poder sobrevivir en un mundo donde los medio serpientes no eran muy comunes. Los primeros meses los pasó durmiendo en la misma calle hasta que finalmente tuvo unos pocos ahorros que consiguió tras trabajar en varios empleos y pudo alquilar una pequeña habitación. Sin embargo todo aquello no era para nada malo, Luciel siempre había soñado con salir de aquel templo y ver el mundo, para él nada podía ser tan malo como su anterior vida.
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"Las serpientes blancas de ojos rojos son símbolos de buena suerte" le repitió Devan en su infancia y Luciel estaba dispuesto a hacer de esas palabras una realidad.
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APARIENCIA:
El color de cabello de Luciel es completamente blanco, este tiene gran densidad aunque no es extremadamente largo y suele ir revuelto siempre. Sus ojos son de un tono rojizo. Mide 1.70cm y posee una complexión delgada y una piel pálida, siendo esta adornada por una marca de nacimiento.
Esta marca tiene forma de raya rosada que recorre todo su cuerpo envolviéndolo desde su cuello hasta su pierna. Perfectamente podría simular a una serpiente.
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No obstante en los días de luna nueva su cuerpo pasa a ser completamente humano, desapareciendo dicha marca y volviendo tanto su cabello como sus ojos castaños.
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Su apariencia animal es el de una pequeña serpiente con escamas blancas y ojos rojos, aunque no suele utilizar demasiado esta forma puesto que le agota demasiado.
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A lo que vestimenta se refiere suele portar prendas no muy caras pero que abriguen lo suficiente ya que tiene un cuerpo sensible al frío. Además de eso no suele ser muy dedicado a su apariencia.
PERSONALIDAD:

Dulce e impredecible son las dos palabras que más definen a Luciel. Desde siempre el albino ha poseído un carácter suave y amable con todos aquellos quienes le rodean aunque el trato hacia su persona no fuese el mismo. Tal vez esto es debido a que siempre fue obligado a ser educado, a no decir malas palabras o tal vez por escuchar muchas veces los deseos de aquellas personas que lo estaban pasando mal en el templo.
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Pese a ser un chico sensible, tímido en algunos aspectos y empático realmente tiene mucha agilidad y fuerza física, mas prefiere no mostrarla para evitar más problemas o para no herir a nadie.
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Debido al trato que recibió desde pequeño posee una baja autoestima en la que hoy día trata de mejorar poco a poco. Por esto mismo también es muy fácil deprimirlo y es un tanto desconfiado, al menos en un principio. Es una persona muy ingenua pero también tiene la habilidad de aprender con rapidez gracias a la gran cantidad de horas que se pasaba leyendo de pequeño, puede caer en una broma la primera vez, pero nunca habrá segunda y si hay tercera será porque él así lo desea.
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Posiblemente su honestidad sea su factor más destacable, no sabe mentir y su manera de pensar sorprende muchas veces a las personas pues esta misma hace que muchas veces actúe por mero impulso.
EXTRAS:

༄ Luciel siempre pensó que aquella voz con la que hablaba en el bosque de pequeño era un amigo imaginario al que llamó Van. No obstante su verdadero nombre era Devan y se trataba de su padre en su verdadera forma oculto entre los árboles.
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༄ Debido a que su cabello era motivo de burla cuando tuvo que irse a vivir fuera del templo siempre ha tenido un poco de complejo con este.
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༄ Sorprendentemente se le da muy bien actuar y ama el teatro. A ser posible su sueño sería convertirse en un actor de éxito.
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༄ Los días de luna nueva pierde completamente todos sus poderes convirtiéndose en humano. De la misma manera, excepto esos días, puede transformarse en una serpiente, sin embargo como toma demasiada de su energía no puede hacerlo por más de un par de horas al día.
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༄ Es alguien muy friolero por lo que por naturaleza buscará los lugares cálidos.